El deseo de fumar, es normal que aparezca durante algún tiempo, y no significa que estés haciendo algo incorrecto. Es muy importante saber que las ganas de fumar no constituyen un estado permanente, sino al contrario, aparecen y desaparecen. Duran menos de lo que uno puede esperar: no más de cinco o diez minutos, y durante este período limitado de tiempo, la intensidad varía, creciendo hasta su valor máximo, y descendiendo posteriormente hasta desaparecer. Es fundamental tener esto presente porque muchos fumadores creen, erróneamente, que una vez que aparecen no se marcharán hasta que no vuelvan a fumar, o que durarán horas.

Durante estos momentos puedes emplear estrategias como respirar profundamente con el abdomen, dar un paseo, hablar con un amigo o familiar, etc., es decir, cualquier actividad que te permita relajarte, distraerte y mantenerte concentrado al menos durante unos minutos. El deseo de fumar irá desapareciendo. Y al cabo de unos días, la frecuencia con la que aparecen disminuirá. Para no sentirte abrumado, piensa sólo en manejar las situaciones que se te presenten durante este día concreto, y no te martirices pensando en que vas a sufrir molestias y deseos de fumar durante el resto de tu vida. Muchos fumadores tienden a fijarse y a recordar sólo los momentos del día en los que el deseo alcanza su máximo nivel, lo cual aumenta más la probabilidad de volver a fumar que si se tiene una visión más exacta de cómo ha transcurrido el día.

Saber responder ante situaciones de riesgo

Tendrás que estar muy atento a las situaciones de riesgo. Recuerda que son aquellas en las que podrías volver a fumar. Presta especial atención a las más comunes: bajo estado de ánimo, alegría, consumo de alcohol, y estar con otros fumadores. Debes tener preparado un plan para cada una de ellas. Utiliza las tres principales estrategias de autocontrol ante situaciones que provocan en ti el deseo de fumar: evitar esas situaciones, modificarlas, y sustituir el cigarrillo por otra cosa.

Evitarlas:

Es la estrategia más efectiva para hacer frente a las situaciones que te incitan a fumar. Si no estás ante esas situaciones, no ejercerán ninguna influencia sobre tu deseo de fumar. Por ejemplo, si has comprobado que deseas fumar después del café de la mañana, una estrategia de evitación sería renunciar a tomarlo. Si se te viene a la cabeza fumar cuando tomas alcohol, deberías evitar estar en situaciones en las que sea probable el consumo de alcohol, e incluso plantearte, como hábito saludable, dejar definitivamente de tomarlo. Si has experimentado ganas de fumar en la sobremesa, podrías levantarte inmediatamente después de terminar de comer.

Modificarlas:

No siempre es posible evitar las situaciones que nos incitan a fumar. En estos casos podemos intentar alterarlas. Por ejemplo, beber zumo de naranja en vez de café, dar un paseo en vez de quedarte viendo la televisión, sentarte en las zonas de no fumadores en los restaurantes que las tengan, o si normalmente deseas fumar mientras conduces, asegurarte de no tener tabaco dentro del coche.

Sustituir el cigarrillo por otro objeto o actividad:

Ejemplos de este tipo de estrategias serían la utilización de la técnica de respiración profunda cuando estamos nerviosos o con deseo fumar, tomar caramelos o chicles sin azúcar, llamar a un amigo, tener un bolígrafo, lápiz, o clip entre los dedos, etc.


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