La OMS (Organización Mundial de la Salud) define como “fumador crónico” a las personas que consumen más de cuatro cigarrillos por día. |
El fumador es un individuo con muy baja tolerancia a la frustración. Hay una agresión muy fuerte hacia la propia persona, no así hacia el entorno que genera el problema. Existen varias clases de fumadores, agrupados según el modo de vincularse con el cigarrillo.
El primer grupo sería el de los fumadores hedonistas, son los que disfrutan del acto de fumar. Son fumadores irregulares, pasan largos períodos de tiempo sin hacerlo y prenden un cigarrillo sólo cuando tienen deseos de hacerlo. Lo apagan si sienten algún desagrado y luego suelen pasar por un largo período de abstinencia. Estos fumadores fuman poco y la mayoría de las veces su ritmo asistemático de consumo les evita la instalación de la dependencia.
El segundo grupo es el de los fumadores pseudo terapéuticos. Son los que fuman en pos de un “beneficio” que el fumar les brinda. Son fumadores dependientes y si dejan de hacerlo padecen el síndrome de abstinencia. Argumentan motivos para no dejar de fumar:
-- Si no fumo engordo (mujeres)
-- Cuando no fumo siento mucha ansiedad
-- Al no fumar me siento mal y me desorganizo
-- Cuando dejo de fumar me enfermo continuamente
Rara vez el fumador dice el motivo por el cual fuma, casi siempre explica por qué no deja de hacerlo. En este grupo están los que han intentado dejar el tabaco en varias oportunidades. Estos fumadores tratan de ocultar tras una “cortina de humo” sus angustias, la vida desorganizada, la baja autoestima por su apariencia. Al abstenerse se le presenta al sujeto una serie de sentimientos y sensaciones desagradables que no logra significar.
El tercer grupo son los que llamaremos fumadores afectivos. Estos tienen una relación tal con el cigarrillo que sienten miedo y tristeza de dejarlo, es una verdadera “relación afectiva”. Son los fumadores que más clara conciencia tienen de la nocividad del tabaco. Ellos aman y odian fumar. Hacen intentos de dejar de fumar. Surge un período depresivo en ellos por la pérdida irreparable. Por eso a los de este grupo y los del anterior les resultará muy difícil dejar de fumar sin un plan terapéutico adecuado. Dependerá del grado de dependencia y de la fragilidad psíquica de quien lo intente.
Hay un cuarto grupo del que poco se sabe porque no consulta, no pregunta, simplemente fuma.
Algunas consideraciones
Es difícil que un fumador consulte en forma espontánea a un médico con la intención de dejar de fumar. Seguramente ante un problema de salud puntual (problemas cardíacos, dolores de pecho, cansancio, asma, problemas respiratorios en general) acude a la consulta médica, de la misma surgirá el informe del facultativo, indicándole la necesidad de dejar el hábito de fumar para atender luego la enfermedad del paciente. Otros consultan al profesional por problemas psicológicos (falta de sueño, depresión, angustia, irritabilidad). La labor del terapeuta debe consistir en hacer ver al paciente que no sólo el fumar le hace mal, sino por qué está mal y por qué tiene necesidad de fumar. Hay un malestar previo al daño físico.
Fuente: Inés Mercedes Licata de Sires y María Soledad López de Pereira (Maestras y Técnicos Especializadas en Mediación Preventiva del Comportamiento Adictivo)
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