Como ya muchos saben soy una fumadora empedernida y estoy dejando de fumar desde el año 2000. Ya estuve sin fumar durante siete meses en dos ocasiones, como también lo estuve durante cinco meses, dos meses, tres meses, un mes, una semana, dos días, horas, minutos añorando ese último cigarrillo y sufriendo con la idea del “nunca más”. Así que me declaro una adicta al tabaco y tengo plena conciencia de que se trata de una enfermedad. Todas las veces que fumé ese “único” o “último” cigarrillo reinicié una cadena sin fin. No hay caso, como dice mi compi Josses, “uno es demasiado, mil no bastan”.

La primera vez que dejé de fumar lo hice “a pelo”, o sea sin ayudas externas, ni internas y fue atroz. Yo sabía que el cigarrillo me estaba haciendo mal ya que fumaba dos paquetes por día y a veces, cuando pintaba, encendía uno mientras se estaba consumiendo otro en el cenicero. Me daba cuenta que algo andaba mal pero no podía dejarlo y creía que nunca iba a poder hacerlo pero no sé qué pasó y una mañana me desperté diciendo no fumo más. Debe haber sido difícil para las personas que estaban cerca de mí en aquel entonces porque me transformé en un volcán en plena ebullición y pude ver la fuerza que esta droga llamada nicotina tenía en mí.

La ansiedad era extrema. Conseguí estar siete meses sin fumar, ni sé como ya que la pasaba muy mal, no podía pensar en otra cosa que no fuese en el tabaco. Para calmarme me decía a mi misma de “aguantar” siete meses, creyendo que a los siete meses ya me habría olvidado de este falso compañero para siempre. Error, a los siete meses me fumé ese famoso cigarrillo de recompensa por haber “aguantado” tanto y luego vinieron otros miles y miles de cigarrillos más. Eso demuestra lo poderosa que es la mente, yo le había dicho siete meses y a los siete meses mi subconsciente cumplió la orden.

Me costó dos años volver a dejarlo, todos los días me decía “mañana lo dejo” sin resultado. Yo estaba pasando por un momento difícil y el stress sumado al cigarrillo me regalaron una pangastritis crónica y una insuficiencia respiratoria. No podía fumar pero mismo así seguía deseándolo. La neumóloga me pasó un remedio llamado “Odranal” (bupodrión) que calma el síndrome de abstinencia y mi tía me regaló el libro de Allen Carr, que explica la trampa del tabaco, y así pude volver a dejar el “pucho” por otros siete meses. Cuando recuperé mi salud un bichito escondido dentro de mi cerebro me dijo “uno solo, quiero uno solo” y así volví a la esclavitud por algunos meses pero lo seguí intentando, dejándolo y recayendo una y otra vez. Yo quería dejar de fumar sin querer. Como decía el Chavo “lo hice sin querer queriendo”. No conseguí dejarlo pero adquirí una cierta experiencia con el tema, me di cuenta que se puede vivir sin fumar y por sobre todo, que se está mucho mejor sin fumar. Finalmente me diagnosticaron EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) de leve a moderada. Yo nunca había oído hablar de esa enfermedad así que le pregunté a la médica si eso era cáncer y al responderme que no me quedé tranquila, bueno, medio tranquila ya que no fumaba más tranquila desde hacía mucho tiempo ya. Pero después supe que esta enfermedad es muy peligrosa y mortal lo que me asustó muchísimo, me asustó tanto que volví a fumar..



Rompiendo cadenas


Visto de fuera suena muy estúpido que haya vuelto a fumar, pero para un adicto no existe el sentido común y yo necesitaba de mi compañero para enfrentar esa noticia. En ese entonces me había entrado agua en el oído y estaba completamente sorda, lo que empeoraba las cosas para mi ánimo. Quería ir a un grupo de autoayuda pero como no podía escuchar decidí buscarlo por la internet y es así que conocí un foro de ex-fumantes fenomenal. De todos modos el famoso “uno solo” continuó rondando por mi cabeza y de tanto en tanto tenía recaídas. Entré en un círculo vicioso, ya que en ese entonces me volvía a levantar fácilmente gracias a los ánimos de la gente, pero no podía mantenerme en la abstinencia por mucho tiempo haciendo que fume y deje de fumar en una rueda sin fin.

Finalmente me harté, largué la chancleta y volví a fumar durante nueve meses consecutivos. Llegué a la conclusión de que no podía vivir sin fumar y perdí la motivación. No pude dejar de fumar con la ayuda del foro pero conocí varias personas allí, con algunas mantengo contacto hasta el día de hoy, conociendo a unos pocos personalmente. A decir verdad nadie te puede ayudar si no estás convencido de lo que quieres. Mientras tanto yo seguí leyendo los testimonios de los otros y fui aprendiendo a través de sus logros y fracasos. Me dí cuenta que dejar de fumar es un proceso y que cada uno tiene su tiempo. Algunos lo logran más rápido que otros, pero la cuestión es intentarlo hasta conseguirlo.

En el foro muchos consiguen dejar de fumar con un remedio llamado “champix” que logra apaciguar de una manera extraordinaria el síndrome de abstinencia, al que le tengo pavor. Así que fui a ver un neumólogo y le pedí la receta del susodicho remedio. Empecé a tomarlo sin mucha convicción pero con la idea de que tendría que conseguirlo, sea como sea y no sabía cómo sería. El tratamiento consiste en fumar y tomar las pastillas durante la primera semana y a la segunda semana dejar de fumar y seguir tomando el remedio durante unos meses más. A los tres días ya no sentía ganas de fumar pero seguía fumando porque mi mente continuaba queriéndolo. Ya había pasado una semana y debía dejarlo pero la noche antes del día D fumé unos cuantos cigarrillos pensando que no iba a lograrlo. A la mañana siguiente me desperté con un enorme dolor de cabeza y sin cigarrillos en casa, mi madrina Magui me mandó un mensajito en mi móvil para animarme y mi madris Nieves me mandó un mensaje por el messenger con más ánimos, a lo que dije, “hoy no voy a fumar” y no fumé y tampoco fumé al otro día, ni al otro y hoy hace dos semanas que no fumo.

Es la primera vez que mi mente piensa en “no quiero volver a fumar nunca más” y eso es un cambio muy importante en esta aventura de liberación. Por momentos siento un vacío y por otros ansiedad pero no deseo fumar, es más quiero librarme de esto para siempre. Me parece que este remedio es sensacional y no puedo desaprovechar esta ocasión ya que es muy pero muy caro.



Que decir? Me siento feliz, mi autoestima subió considerablemente y quiero agradecer a todos los compis que me acompañaron y acompañan en este proceso y decirles

HOY NO FUMO.

Olinda.







Nieta y Alejandro, en nombre de Dejar de Fumar deseamos que este sea el último intento.. el definitivo… Fuerza y mucho ánimo, que lo lindo está por venir!!



0 comentarios