El calendario de 2004 situaba la Semana Santa en unas fechas muy parecidas a las de 2009; de hecho sólo hay un día de diferencia y aquel año el Jueves Santo fue el 8 de abril... precisamente ese es el día en que dejé de fumar.
Fue algo medio improvisado. No tenía pensado dejar el tabaco aquel día sino que mi propósito era solamente empezar a leer ese best-seller titulado "Es fácil dejar de fumar si sabes como" que tan buenos resultados había dado a unas amigas meses atrás. No obstante cuando me levanté decidí improvisar un poco; decidí que, ya que mi intención era dejarlo una vez concluyera el libro, podía hacer una prueba aquella mañana para ver cuanto rato aguantaba sin encender el primer pitillo.
Aguanté más de lo que yo esperaba... van cinco años y un día.
No fue nada sencillo. La primera jornada fue durísima; tuve sudores fríos y no podía estar quieto... tuve que salir a la calle porque estar en espacios cerrados me producía sensación de agobio. Sufrí eso que llaman "mono". Pero lo conseguí: el día terminó; llegó la hora de ir a dormir y no había fumado ni un sólo cigarro. Además tenía la total certeza de que había pasado el peor día, de que el siguiente ya no podría ser tan duro... sabía que, en cierto modo, ya había ganado la batalla.
Las personas que me conocen no podían creerlo pues yo era lo que se puede llamar un fumador empedernido -más de tres paquetes diarios- y aun hoy hay quien me sigue poniendo de ejemplo para decir que si se quiere se puede dejar de fumar. Yo suelo bromear diciendo que lo hice para librarme de leer el libro.
A mi lado, en el segundo cajón de la izquierda de la mesa desde la que escribo, está todavía mi último paquete de Bisonte, lo había empezado la noche antes justo antes de ir a dormir y sólo le falta un cigarro. El mechero reposa a su lado.
Aclaro que el objeto de esta entrada es sólo contar mi historia y "celebrar" el quinto aniversario; no es mi intención "demonizar" el tabaco ni decir a nadie que lo deje pues esto me parece una elección personal y entiendo que haya gente a la que realmente le guste fumar -yo era uno de ellos- y que ni siquiera se quiera plantear dejarlo. Eso si, a los que quieran dejarlo les aseguro que se puede.
Una forma diferente de dejar de fumar: sin planearlo, sin pensarlo. Una clara demostración de que cuando algo se desea, se puede lograr. En Dejar de Fumar, celebramos contigo tu quinto aniversario, deseándote que se multiplique en el tiempo
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