Dejar de fumar depende de una decisión personal verdadera.
La dificultad para dejar el cigarrillo o el tabaco tiene que ver con la propia interpretación, de quien fuma, sobre el problema y no con el hábito mismo de tomar una pipa o cigarrillo y fumar.



Fumar, por qué no he podido dejar?

Se ha preguntado usted "¿por qué me hago preguntas?" Si es así, probablemente tendrá una de las miles de respuestas que hay. Si no es así, entonces no tiene una explicación, simplemente porque no existía la pregunta.

A la luz de las consideraciones de la entrada anterior, cómo podemos responder la pregunta: ¿Por qué no he dejado de fumar?

- Porque es difícil
- Porque no puedo contener los deseos de fumar
- Porque soy irresponsable conmigo
- Porque el entorno social no me lo permite
- Porque no puedo
- Porque necesito el cigarrillo
- Porque la nicotina es adictiva
- Porque no tengo fuerza de voluntad, etc.

Observe que estas respuestas tienen las siguientes características:

1.- Son todas lógicamente aceptables
2.- Constituyen la explicación del fumador
3.- Hacen referencia a condiciones propias o del entorno no-controlables
4.- Todas se refieren al pasado inmediato o mediato.


Que sean lógicamente aceptables nos muestra que podemos explicar el fenómeno de miles de formas y nos sugiere que de poco sirve hacerlo ya que el hábito de fumar se sigue riendo de nosotros como diciendo "explícame como quieras pero sigo vigente".

Por otra parte, que las respuestas se constituyan en la explicación del fumador significa que son además, la justificación que éste tiene para mantenerse consumiendo cigarrillos. La explicación en este caso es una traba para dejar el hábito.

Continuando con el análisis, el que las respuestas hagan referencia a condiciones propias o del entorno no-controlables nos habla de que el individuo considera que su conducta es función de sus condiciones y no de sus decisiones. El fumador no siente que esté en sus manos el generar condiciones distintas de las que vive. Está "desapropiado", es decir, no se siente responsable de lo que le pase.

Además, el hecho de que todas las respuestas se refieren al pasado inmediato o mediato indica que el individuo justifica su futuro con base en el pasado desvinculando nuevamente su futuro de las propias decisiones. Él se considera un producto de la estadística. La probabilidad especifica del fracaso depende del fumador y no de las estadísticas. Predices el futuro o lo diseñas, pero no ambas. Es una u otra cosa ya que de lo contrario hay "conflicto de intereses". Cuando revisamos una publicación que dice que sólo el 5% de quienes intentaron dejar de fumar lo logran, ¿significa que tenemos un 5% de probabilidades de tener éxito? Definitivamente NO. Nuestro enfoque debe ser éste: "Yo estaré con absoluta seguridad entre los que tuvieron éxito porque lo acabo de decidir".

Sin embargo no debemos concluir, por el hecho de que las cosas tengan múltiples respuestas o explicaciones, que las explicaciones no sirven. Muy por el contrario, son las explicaciones que le damos al acontecer lo que guía nuestro actuar. Lo importante es adoptar aquella explicación que sirve a nuestros objetivos.


Dejar de Fumar: Decidir sin excusas. (Parte II)

Dos posibles respuestas, una solución

Dos posibles respuestas aceptables para la pregunta ¿por qué no he dejado de fumar?:

1.- Porque es difícil.
2.- Porque no he tomado la decisión

Ambas son respuestas tan comunes como aceptables: ¿cuál adoptar? Claramente la segunda nos ayuda más a dejar el hábito que la primera.

El enfoque tradicional sobre el asunto del tabaquismo aporta información meramente descriptiva y explicativa, restando potencia a aquello que finalmente determina la conducta humana, la voluntad. Es cierto que fumar expone el cuerpo a sustancias químicas que producen cáncer, que el monóxido de carbono que se inhala es dañino, que se afectan los sentidos del gusto y el olfato, etc. Pero establecer que la nicotina es la responsable de que la persona continúe fumando ocasiona más daño que el propio hábito de fumar porque "des-responsabiliza" a quien en definitiva toma las decisiones: el propio individuo. La nicotina no es la que produce la adicción en el sentido de que la adicción es una condición estadística, no ligada a la voluntad del individuo más que por un asunto de grado.

Las respuestas que el enfoque ortodoxo del problema da a las interrogantes sobre por qué fumamos, sobre por qué hay que dejar el cigarrillo, etc., no nos ayudan a tomar la decisión. Sólo justifican al fumador. Se analiza el problema describiendo una serie de fases por las que pasa el fumador en su tránsito hacia la independencia del cigarrillo, se dan una infinidad de recetas para dejar el vicio pero todas estas recetas descansan, en última instancia, en la voluntad del individuo y sólo logran hacer más largo, tedioso e improbable el camino hacia el éxito.

A mi juicio lo poderoso del enfoque propuesto aquí es que pone el énfasis en la concepción de que son nuestras decisiones las que modelan nuestras condiciones y no a la inversa, volviendo el centro de la atención sobre el problema al grado de auto-responsabilidad del individuo. Esto no funciona sólo para cambiar hábitos "adictivos" como el fumar, sino que para modificar cualquier conducta humana destinada a mejorar nuestra calidad de vida y hacernos más felices.
Deberíamos cambiar la forma de declarar el problema. En vez de decir "el problema del cigarrillo" deberíamos decir "el problema de la decisión sobre el fumar".

Cambiamos entonces la pregunta "¿Por qué es difícil dejar de fumar?" por la pregunta "¿Por qué las personas normalmente se relacionan con el dejar de fumar a través de la dificultad para tomar la decisión?", adoptando la respuesta siguiente: Porque la propuesta explicativa de su propia experiencia, se fundamenta en la realidad objetiva en virtud de la cual el juicio de dificultad se presenta como la constatación de un hecho objetivo y no como una interpretación del fumador. El cambio de la pregunta permite trasladar la responsabilidad de dejar el hábito al propio individuo haciéndolo a él responsable de permanecer consumiendo cigarrillos, exime de toda culpa a las condiciones externas, le entrega la decisión a la mera voluntad del afectado, le quita el rol de espectador y le entrega el de diseñador de su futuro. Al mismo tiempo transporta la solución "cambiar las condiciones objetivas" hacia "modificar la interpretación sobre el fenómeno".

El resultado final es que al cambiar la pregunta centrada en la dificultad por aquella asociada a la relación entre hábito e individuo, cambiamos la solución desde "ponerse un parche nicotinoso" (por ejemplo) a "tomar una decisión" usando nuestra libertad de decidir y modificar nuestras condiciones.

No debemos sentar en el banquillo de los acusados al acusado equivocado. Somos nosotros los que debemos estar ahí.


Fuente: mailxmail



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