Para dejar de fumar, se necesita un solo requisito fundamental: |
Esto suena como algo demasiado obvio. Nadie va a dejar de fumar, si no quiere dejar de fumar. Sin embargo no es algo tan simple como se lee. El único modo cierto para dejar de fumar, es ser capaz de superar el periodo de abstinencia de la adicción física. Y para ello se requiere de una sólida decisión mental capaz de soportar dicho periodo y capaz también, de destruir la adicción psicológica al cigarrillo.
Existe una relación “mente cuerpo” que en el caso de la abstinencia, cobra vital importancia. Es común que el fumador que no está del todo convencido de su decisión, se seduzca a si mismo para volver a fumar cuando tiene un ataque de ansiedad. Se autoinventa mil y una excusas o las busca creando situaciones conflictivas o adecuadas para abandonar el intento y volver a fumar, hasta que su débil fortaleza mental finalmente cede y vuelve a fumar desesperadamente sintiéndose más débil y desgraciado que antes. Sin una decisión y convencimiento mental absoluto, sólido y tenaz, será bastante tormentoso el camino para abandonar definitivamente la adicción al tabaco y muy probablemente no se tenga éxito en ello, así se usen todos los métodos y ayudas posibles para lograrlo.
La adicción física por la nicotina no dura más de dos o tres semanas y los síntomas de abstinencia solo son fuertes los tres o cuatro primeros días. Ocasionalmente y esporádicamente, se pueden sentir algunas ganas de fumar leves o de corta duración, después del período físico. Sin embargo las personas que dejan de fumar sin un convencimiento mental absoluto, pueden sentir la ansiedad física en forma frecuente, por meses, incluso años.
¿Y como se logra esa actitud mental?
Simplemente “Queriendo dejar de fumar.”
Un fumador no podrá dejar de fumar con facilidad si lo hace solo porque se lo pide su pareja, su familia, su entorno, o porque se lo dijo su médico, o porque tiene miedo de morirse de alguna enfermedad provocada por el tabaco. Si es así, el fumador abandonará la adicción con muchísima dificultad y muy probablemente volverá a reincidir semanas, meses o años más tarde. Esto porque en el fondo de si mismo sabe que le gustaba fumar, que se sentía bien haciéndolo y que no quería dejar de fumar, pero que tiene que hacerlo obligado por las circunstancias. En otras palabras está dejando de fumar, sin querer dejar de fumar realmente, por mucho que intente auto convencerse de lo contrario.
La persona que fuma, debe comenzar por cuestionarse su adicción, seria y profundamente. Razonar, darse cuenta y tomar conciencia del por qué fuma. Entender que es un enfermo adicto a una droga inútil y absurda que lo está matando lentamente y además está pagando por ello. Pocas personas, si no nadie, terminan por comprender algo tan evidente. Algo que ha estado frente a sus ojos todo el tiempo y no lo veían. Simplemente porque nunca se lo cuestionaron, jamás razonaron sobre ello. Todos los fumadores, son adictos mecanizados del cigarrillo. Ninguno de ellos tiene conciencia cierta de cuántos cigarros se fuman, en qué momento y por qué. Menos aún saben en realidad por qué fuman. Un fumador no debe saber que el cigarrillo hace daño y que es una adicción absurda y negativa en todos los aspectos. Debe comprenderlo, asimilarlo, entenderlo, y eso va mucho más allá de solo “saber” que es algo nocivo. Muchos fumadores saben que el cigarrillo hace daño, pero siguen fumando igual.
Para lograr una decisión absoluta, firme y sólida, es necesario mentalizarse, cambiar el registro del subconsciente que nos incita a fumar. Todos los fumadores tienen condicionado su subconsciente para fumar. Y el subconsciente es nuestro patrón de conductas. Para ello hay que razonar, leer experiencias de otros, informarse sobre los daños que ocasiona el tabaco y asumirlos. Una buena práctica es visitar, grupos de apoyo o comunidades de personas que quieren dejar de fumar o ya lo han conseguido, ya sea en forma personal o foros y comunidades de la red, chat, mail, etc. El conocimiento, las vivencias, los consejos, más el apoyo y la compañía de personas en similar situación y con las mismas alegrías y problemas por abandonar el tabaco, representa sin duda una ayuda muy valiosa para la persona que quiere abandonar el cigarrillo o que quiere mantenerse en su propósito. Suele ser más fácil abandonar la adicción si se tiene el apoyo moral y psicológico de otras personas en situación similar. En nuestro entorno, no es frecuente tener personas que estén en la misma situación y hablarle a alguien que no ha fumado nunca de nuestros problemas con el cigarrillo, es como hablarle del desierto a un esquimal.
Teniendo la conciencia plena de la adicción, el fumador logra un paso importantísimo para abandonar el tabaco, pues no solo tiene la mejor arma para superar los días de abstinencia con una decisión firme y sólida, si no que también este razonamiento destruye la adicción psicológica alojada en su subconsciente. Si un fumador “Quiere realmente dejar de fumar”, su subconsciente estará programado para hacerlo, entonces no habrá nada que pueda impedirlo y mejor aún, descubrirá que dejar de fumar es más fácil de lo que pensaba.
Hay muchas personas que han fumado por más de 35 años, dos o más paquetes diarios, y dejaron de fumar con una facilidad asombrosa prácticamente sin sentir ninguna molestia por la ansiedad. Ello, porque tenían una decisión a toda prueba y un subconsciente programado para vencer. El único inconveniente, será el remordimiento posterior de todo el dinero gastado en cigarrillos y el por qué no había abandonado esa absurda adicción hace mucho tiempo atrás.
Los intentos fallidos.
Pocas personas dejan de fumar la primera vez que lo intentan. La mayoría lo hace luego de unos cuantos intentos fallidos. Los intentos fallidos por dejar de fumar, lejos de debilitar al fumador que quiere dejar de fumar definitivamente, lo hacen más fuerte y más preparado para dejar de fumar. Por lo común se habla de siete intentos antes de dejar de fumar definitivamente.
Con los intentos fallidos se tendrá un mejor conocimiento de los síntomas de abstinencia y de que hacer para superarlas, como por ejemplo: tomar agua, masticar algo, hacer deporte, dormir, bañarse, gritar, lo que sea para superar la ansiedad, porque la ansiedad no tendrá misericordia ni escatimará recursos, hará lo imposible para que volvamos a fumar. Por otro lado los intentos fallidos le dan “experiencia” al fumador que ya sabe a lo que se enfrenta, y así sabrá cómo y cuándo atacan las ganas de fumar, que es lo que mejor le resulta para superarlas y con ello, se podrá enfrentar mejor cuando se abandone definitivamente la adicción. Al mismo tiempo se habituará al organismo a las ausencias de nicotina.
Nuestro organismo es una cosa de hábitos, y las reiteradas abstinencias de la droga por los intentos de dejar de fumar, lo pondrán en alerta y lo prepararán mejor para cuando sea liberado por fin de esa asquerosa dependencia. Muchos fumadores se han dado cuenta que el primer intento por dejar de fumar es generalmente una experiencia horrible y que los posteriores intentos se hacen mucho más fácil, porque el organismo se habitúa rápidamente a la ausencia de tanta sustancia toxica y sabe que funciona mejor sin ellas. Esto es un descubrimiento increíble ¿Verdad?
Definitivamente el organismo no quiere fumar, la adicción es algo netamente cerebral. Es el cerebro el que crea la adicción a la nicotina y abandona las funciones naturales que esta produce artificialmente y es el cerebro el que segrega la sustancia que produce el "mono". El organismo por una cuestión de protección natural, rechaza los venenos, intenta expulsarlos y hacerse inmune a ellos. Por esta razón la mayoría de las personas que dejan de fumar, desarrollan una cierta aversión al olor a tabaco. Cuando una persona abandona la adicción al cigarrillo, al cabo de unos días, el organismo y específicamente el cerebro volverán a funcionar normalmente y ya no necesitarán de la nicotina para ello. Todo es cuestión de cambio y de habituarse al nuevo modo de funcionar, que es por lo demás, el modo normal de funcionar. Nuestro cuerpo es sin duda una máquina maravillosa, viva, capaz de regenerarse y recuperar sus funciones naturales.
Cuando se deja de fumar, hay que aprender a vivir sin fumar. Es un reacondicionamiento lógico y natural de vuelta a los inicios. Dejar de fumar es volver a vivir normalmente y el organismo y la mente tardan un tiempo en retomar sus funciones normales que fueron abandonadas, cuando el fumador se convirtió en adicto.
Cuando un fumador pasa el periodo de retirada de la nicotina, vuelve a recuperar su salud, su dignidad, su autoestima como persona y su calidad de vida. Se recupera la energía perdida, el sentido del gusto y el olfato. Se recupera la serenidad, la claridad mental, la capacidad de concentración y sentirá un bienestar y un agrado que jamás había tenido antes. Descubrirá con asombro que existen estos estados sin fumar y que son infinitamente mejores a los que creía lograr con el cigarrillo. Se recupera la capacidad pulmonar, se tiene el oxigeno adecuado en la sangre y el corazón funciona a su ritmo normal, la presión sanguínea baja y todas las funciones del organismo mutiladas por el cigarrillo vuelven a normalizarse.
Cuando se deja de fumar, hay un periodo de incomodidad inicial, es el pequeño precio que hay que pagar por nuestra estupidez mental. Es un corto tiempo de cambio, que hay que pasar, es un camino que hay que recorrer, pero que tiene: "un destino maravilloso".
Fuente: geocities.com - Autor: Juan Fernández
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