Fuente: http://generaccion.com/magazine/articulos/?id=1000
Cuando fallece el marido de una mujer, ella se convierte en viuda; cuando muere la esposa de un hombre, él se convierte en viudo; cuando un niño pierde a sus padres, se convierte en huérfano; pero ¿cómo son llamados los padres que pierden a un hijo?
El 15 de febrero se celebra el Día Internacional del Niño con Cáncer establecido por la Confederación Internacional de Organizaciones de Padres de Niños con Cáncer (ICCCPO por sus siglas en inglés), integrada por organizaciones de 73 países. Esta fecha motiva a una reflexión...
Cuando yo estaba en el colegio, el único cáncer que pensaba que podía darle a los niños era la leucemia; más tarde, muy a mi pesar, conocería una triste realidad: los llamados cánceres de la niñez, como el temible neuroblastoma cuya recaída todavía no tiene curación o el espantoso DIPG (Diffuse Intrinsic Pontine Glioma - glioma protuberancial intrínseco difuso), que es un tumor de cerebro inoperable con un diagnóstico muy pobre de supervivencia a largo plazo.
Muchísimos bebés, niños y adolescentes son víctimas de cáncer. Lo peor de todo es que muchos de ellos mueren después de experimentar dolorosos tratamientos y sufrir la pérdida de habilidades.
“Raquel perdió la capacidad de reír, sonreír, masticar, saborear, caminar, sentarse y mantener la cabeza erguida. Ella estaba casi ciega. Perdió todas sus capacidades, pero, sin embargo, su inteligencia se mantuvo intacta hasta el final”, cuenta Jenny, quien perdió a su hija de seis años, víctima de un tumor cerebral maligno inoperable.
Pero no todos los cánceres tienen el devastador pronóstico de incurable. En los países desarrollados la tasa de curación del cáncer infantil es cercana al 80%.
Desgraciadamente, esa tasa de curación desciende a menos del 20% en los países más pobres del mundo, en donde la información, el diagnóstico precoz y el acceso a los medicamentos y tratamientos es a menudo difícil.
A diferencia de los adultos, en los que la obesidad, el consumo de tabaco y la inactividad física, son causas conocidas y prevenibles, el cáncer en la infancia y adolescencia aún no se entienden bien por lo que se dificulta su prevención.
Las causas reconocidas son factores genéticos, así como la exposición a radiaciones. Sin embargo, siempre resulta muy importante el control médico periódico y estar atentos a los síntomas o señales persistentes y poco usuales que los menores puedan presentar como inflamaciones inusuales, palidez y pérdida de energía inexplicables, dolores de cabeza frecuentes, tendencia súbita a los hematomas, cambios repentinos en los ojos, cojera prolongada sin razón y pérdida de peso en forma rápida y excesiva.
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