Es un gas muy tóxico pues, al pasar desde los pulmones a la sangre, impide que el oxígeno se una a la hemoglobina contenida en los glóbulos rojos (hematíes) y forma carboxihemoglobina. De esta forma, la hemoglobina no podrá transportar oxígeno y, aunque el sujeto respire normalmente, éste llegaráen menor cantidad a todos los tejidos.
Ocurre lo mismo que en las intoxicaciones por el gas del tubo de escape de los coches o por quemar carbón o madera en espacios cerrados (unos accidentes que suelen ocasionar la muerte).

En las personas que no fuman, menos del 2 % de la hemoglobina total de la sangre es carboxihemoglobina, mientras que en los fumadores esta cifra puede alcanzar hasta el 14%. Este efecto es determinante a la hora de causar un infarto, igual que sucede con las acciones de la nicotina. También se producen daños en el feto cuando la mujer embarazada fuma y su sangre no lleva el oxígeno suficiente a la placenta.

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