Es frecuente que nos encontremos con prohibiciones relacionadas con publicidad del tabaco o para fumar en espacios públicos, etc.; ya son muchos los países que las consagran. El Estado de California ha ido más allá: Exige a las tiendas y negocios en general que, para expender cigarrillos o productos del tabaco, accedan a una licencia de mayoristas, minorista, importadores y/o productores, que les permita la comercialización de estos productos.
No es suficiente con la licencia o permiso general de comercio del establecimiento. Inclusive, una empresa que tenga sucursales, se le exige tantas licencias para vender tabaco, cuantos sean sus establecimientos o máquinas expendedoras. Si es vendedor mayorista el costo de la licencia es de 1.000 dólares. Para los minoristas 100 dólares por cada ubicación. Adicionalmente se exige mantener facturas de compra de cigarrillos completas y legibles, por 4 años, so pena de incurrir en multas y pérdida de la licencia. Estas obligaciones son exigibles desde el 30 de junio de 2004, en aplicación de la Ley licenciadora del 2003 para Cigarrillos y Productos de Tabaco (Cigaretteand Tobacco ProductsLicensing Act of 2003 ).
La orientación de esta medida tiene que ver principalmente con el control de impuestos. Aproximadamente 300 millones de dólares son evadidos anualmente por las tabacaleras.
¿Qué impactos tendría la regulación en América Latina o en cualquier parte del mundo de la licencia de venta?
Además de mejorar la recaudación de impuestos, permitiría controlar el contrabando que es un negocio paralelo de las multinacionales del tabaco y, lo más importante, establecer mayores exigencias para que los minoristas atiendan prohibiciones de venta a menores o garantizar que no vendan productos del tabaco cerca de centros educativos, culturales, deportivos y recreacionales. Vale la pena madurar esta medida. Su aplicación mejoraría la ejecución de las políticas de control del tabaco.
Además, vale recordar que “en julio de 1998 California se convertía en el primer estado libre de humos y ahora posee una de las legislaciones antitabaco más estrictas y costosas del mundo. Está prohibido fumar en restaurantes, bares, sitios cerrados y, en general, en el interior de los locales. Tampoco se puede fumar en las playas y en la calle los fumadores pueden encenderse un cigarrillo sólo si se encuentran, como mínimo, a seis metros de distancia de un cualquier edificio público. Además, desde enero de 2005, está vetado el consumo en los parques de San Francisco (elmundo.es)”.
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