Las acciones antitabáquicas, concentradas en el consumo del cigarrillo y la exposición al humo, suelen dejar por fuera otras consecuencias vinculadas a la cadena de producción del tabaco, de naturaleza grave.
Una noticia sobre un estudio realizado en Costa Rica por el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), nos alerta sobre las basuras del cigarrillo y su impacto ambiental en la ciudad y el entorno.
El estudio indica que “los fumadores activos en Costa Rica que consumen de 10 a 15 cigarrillos por día, producen simultáneamente 1.731 kilos de basura diaria, solo en filtros. Las cajetillas también representan una significativa cantidad de desechos, pues según los especialistas, solo tomando en cuenta el peso del papel, se producen 1.298 kilos de basura por día, sin contar el plástico y el aluminio que adicionalmente traen en su interior. Esta realidad demuestra que en Costa Rica, el más de medio millón de personas que fuman constantemente, arrojan a los caños y calles alrededor de 90.970 kilos de desechos al mes”.
Varias conclusiones se nos antojan de este estudio, proyectadas a cualquier país del mundo:
1. Que las organizaciones de salud, tradicionalmente las dolientes del control del tabaco, deben buscar el acompañamiento y compromiso de las organizaciones ambientalistas.
2. Que el enfoque de salud pública requiere una mirada más integral, vinculada al desarrollo sostenible.
3. Que los costos fiscales para los gobiernos no solamente se expresan en los gastos en salud; también son muy representativos los de manejo de basuras y atención de impactos ambientales: Contaminación de aguas, recolección de basuras, degradación del espacio público, reciclaje, cultura ciudadana, etc... “un gramo de desechos tarda alrededor de cinco años en biodegradarse”.
Las tabacaleras deben asumir el costo de manejo de estos impactos ambientales. A las organizaciones antitabáquicas les corresponde incluir este tema en sus agendas de trabajo.
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